El valor de marca y la reputación son los activos intangibles más preciados
Hace ya mucho tiempo que murió la época en la que tener un buen producto era suficiente para consolidar una marca. Hoy día, no sólo se trata de ofrecer un producto o un servicio de calidad y atractivo -en el sentido más amplio a la hora de satisfacer expectativas concretas de nuestro público -, sino de tener una marca sólida, respetada y bien conectada con los intereses de nuestros públicos.
El valor de marca y la reputación son activos intangibles de gran relevancia por el que ‘nuestro nombre’ es conocido y reconocido y, los alcanzamos a lo largo de la trayectoria empresarial.
Construir una reputación es un camino de largo recorrido. El mercado siempre nos observa. Hacerse un lugar firme en un entorno cada vez más complejo, cambiante y altamente competitivo es todo un reto. Se disputará nuestro rol y el posicionamiento si no disponemos de una correcta estrategia de negocio y de marca que conecten la actividad y nuestra marca al propósito empresarial y a las necesidades e intereses de nuestros públicos y la sociedad en general.
¿Qué es lo que ha cambiado? En el contexto actual, han emergido nuevos factores a tener en cuenta para construir una estrategia de marca sólida, especialmente aquellos relacionados con las vertientes humanos y sociales. Hay que saber escuchar a nuestros públicos, establecer los canales de comunicación adecuados y construir un proyecto sostenible integrando la escucha activa de un consumidor cada vez más preparado, crítico, conocedor e implicado.
En la estrategia de marca confluye la esencia de nuestra empresa y se pone de relieve los comportamientos para con la sociedad que nos acoge y en la que desarrollamos nuestra actividad.
Si la empresa ya ha hecho un recorrido y una buena inmersión en aspectos de responsabilidad social, será más fácil llegar a conectar con visión a largo plazo nuestro business y la marca.
Es vital que una marca defina su estrategia en relación con un propósito que esté alineado no sólo a la actividad de la empresa sino también a las sensibilidades de sus públicos para generar un vínculo concreto y, a ser posible, colaborativo para contribuir en el bien común. El propósito de la marca debería estar determinado por los valores que configuran la cultura empresarial de la organización (ADN) y su ventaja competitiva (Negocio), que marca su posicionamiento y el valor añadido que aporta el mercado.
Así, su raison d’être debe ir en consonancia a los retos y necesidades de interés general. A través de una oferta de valor tangible, contenidos, acciones y programas y servicios, la imagen de la empresa tiene que llegar a la sociedad dejando un impacto positivo. La responsabilidad empresarial debe ir más allá de la misma actividad. Y así debe ser percibido por ser un proyecto realmente sostenible.
Ganar relevancia y presencia en el mercado como marca sensibilizada en aspectos de interés para los stakeholders, permitirá aumentar la influencia de la compañía en determinados ámbitos estratégicos. Por ejemplo, si una marca relacionada con la ropa de montaña quiere establecer como propósito cuidar el medio ambiente y ser responsable con los tejidos que produce durante todo su ciclo de vida y establece un plan de acción en esta dirección, atraerá posibles clientes, que compartan la visión del mundo en clave de sostenibilidad, otras empresas del sector con quien poder establecer alianzas y por qué no, posibles inversores interesados en formar parte del proyecto gracias a que comparten objetivos en común.
El activismo de marca consiste en detectar los puntos de interés de clientes y colaboradores y presentar iniciativas que contribuyan a mejorar una problemática actual (cambio climático, desigualdades sociales, etc.). Estos proyectos persiguen el objetivo de generar reputación y aumentar la visibilidad de la empresa a la vez que se colabora con una causa de interés general.
Cabe destacar que si realmente el objetivo es conseguir que la estrategia de marca genere confianza y reputación, tanto en los públicos internos como externos, es imprescindible que implique toda la organización: directivos, trabajadores y colaboradores deben poder participar en estas iniciativas de forma activa y saber integrar en su identidad individual como parte de la cultura empresarial.
Recomendamos y compartimos hoy, una reflexión de nuestros partners Llorente y Cuenca, un referente internacional en la comunicación estratégica y corporativa basada en la reputación de marca, para que pueda profundizar en estos conceptos de activismo de marca y activismo corporativo. Link a su último artículo.
Desde Pampliega & Assocaits te acompañamos en este proceso estratégico.
«Nuestro propósito es alinear la estrategia, la gestión y la comunicación en las empresas e instituciones para generar competitividad y reputación».